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Estamos de enhorabuena. El potencial competitivo de la PYME gallega ha crecido en el 2017, según los datos recogidos en el diagnóstico de competitividad elaborado por el Consorcio de la ZFV en colaboración con DPI (http://www.ardan.es/ardan/media/ ejemplos/capitulo8_17.pdf). Es decir, nuestras empresas apuestan cada vez más por su desarrollo y trabajan en el fortalecimiento de las capacidades internas sobre las que se apoya  su competitividad. Aspectos como eficiencia y productividad, desarrollo del capital humano, mejora de la organización interna, sistemas de vigilancia, digitalización, creación de rutinas cada vez más eficientes, implantación de técnicas y metodologías de gestión punteras o innovaciones constantes, son aspectos que preocupan cada vez más, estando ya en la agenda de muchas empresas.

Pensemos, por ejemplo, en las empresas que venden ropa, ¿cuántas nos vienen a la cabeza? De todas ellas, ¿Qué hace que unas sean más competitivas que otras, o incluso que haya entre ellas un líder mundial? El secreto está normalmente en la suma de factores relacionados con personas, sistemas, finanzas, redes o negocio.

Desde esta perspectiva, el potencial para competir dependerá del adecuado desarrollo y combinación de las competencias internas puestas en acción mediante la implantación de procesos de la empresa. Éste descansa en determinados factores internos que le permiten ser competitiva y que conocemos como Factores de Competitividad. La correcta combinación y aplicación de dichos factores será lo que permita a la empresa desarrollar sus competencias distintivas, sustento de la generación de ventajas competitivas.

Por ello, para DPI, el potencial competitivo representa el ingrediente clave de la competitividad. Su desarrollo favorece la permanencia en el tiempo de las empresas. Pero no sólo esto, sino que según datos recogidos en el diagnóstico de competitividad del 2017 (http://www.ardan.es/ardan/media/ ejemplos/capitulo8_17.pdf), las empresas que más desarrollan su potencial competitivo, aumentan la probabilidad de elevar su rentabilidad por encima de las de su sector. Por lo tanto, también está relacionado con la mejora de la rentabilidad económica.

Sin duda, son muchas e importantes las razones que nos impulsan a desarrollar nuestro potencial competitivo. Merece la pena. Pero, como en todo, el punto de partida para el desarrollo, es conocer dónde estamos, analizarlo, lo que requiere reflexión, sosiego, compartir ideas en equipo… Su análisis, más allá de centrarse en los resultados, pone énfasis en las causas que facilitan a las empresas ser más atractivas y relevantes para los clientes, de forma duradera y constante.

¿Qué nos va a aportar realizar el análisis del potencial competitivo de nuestra empresa usando la visión estratégica?

  • 1.- Ayuda a salir de la zona de confort. La autocrítica realizada de forma constructiva nos ayuda a despertar la ilusión hacia la mejora, el pensamiento estratégico… pasos indispensables hacia el éxito. No esperemos a que las cosas vayan mal para cambiar, ¡tomemos la delantera!
  • 2.- Favorece el pensamiento en global. La empresa es un sistema, analicémosla de forma integral. No dejemos que nuestro árbol nos impida ver el bosque completo. La selección de 44 factores de competitividad rigurosamente seleccionados nos obligará a reflexionar y tomar perspectiva sobre aspectos críticos que pueden no estar relacionados con nuestro día a día. El modelo se ha desarrollado a partir del Trípode de Competitividad (Álvarez, 2006), contrastado científicamente y en consonancia con buena parte de la literatura académica existente y  siendo avalado por la experiencia lograda en el acompañamiento en procesos de mejora competitiva tanto a pequeñas como a grandes empresas..
  • 3.- Apoya la identificación de aspectos de mejora explorando nuevos caminos. Las distintas herramientas de apoyo nos darán pistas e ideas de mejora, favoreciendo el aprendizaje organizativo. Siguiendo la metodología de aprendizaje PEO (Álvarez, 2006) desarrollada en el Departamento de Organización de Empresas y Marketing de la Universidad de Vigo.
  • 4.- Permite anticipar o prever futuros problemas. Identifiquemos posibles problemas que, aunque no nos afecten hoy, podrían afectarnos en el futuro. La metodología de mejorables permitirá clasificar las acciones identificadas en función de su naturaleza.

Cada necesidad permite tomar caminos distintos. La visión estratégica facilitará seleccionar el adecuado (Ver artículo sobre Visión). Contar con un plan estratégico ayudará a poner orden en las mejoras y priorizarlas (Ver artículo sobre Plan).

Queremos ayudarte a conseguirlo. ¡Llámanos!


Alvarez, J.C. (2006): Dirección por implicación (DPI). El cambio estratégico para competir en la sociedad del conocimiento. Madrid: Ediciones Pirámide.

Isabel Álvarez, Directora Consultor
Óscar Soliño, Consultor
11/03/2020

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